Los niños de la calle necesitan una nueva política social y gubernamental. Esta debería estar basada en principios tales como aprender a escuchar, compartir y dialogar, más que a hablar, dar discursos, regalar cajas de comida y seguir "parchando" o negando esta cruel realidad. En América Latina hay unos 40 millones de niños viviendo en las calles.
En Venezuela, más de 1.500.000 de niños trabajan en las calles. UNICEF (el Fondo de la Naciones Unidas para la Infancia) sostiene que existen dos tipos de Niños de la Calle: 1) aquellos que pasan la mayor parte del tiempo en la calle, pero que tienen algún tipo de soporte familiar y regresan a sus casas por las noches, y 2) los que pasan el día y la noche en la calle y no tienen apoyo de una familia. Las estadísticas de las Naciones Unidas informan que en Latinoamérica los niños de la calle tienen entre 8 y 17 años. El 15 % son niñas, quienes en su mayor parte se dedican al cuidado de sus hermanos menores, el trabajo doméstico y el ejercicio de la prostitución.
Los niños viven en las calles por diversos motivos: la pobreza, el desempleo de los adultos, la muerte del padre o madre, enfermedades de los mismos, la ausencia de sistemas sanitarios, la carencia de un marco de contención educativo, el abandono por sus padres, la falta de hogar, problemas en las relaciones entre padres e hijos, problemas de alcohol, drogas y delincuencia.
En definitiva, la realidad de los niños de la calle es consecuencia de la problemática realidad cotidiana de los padres. Cuanto más se abre la brecha entre los padres y las posibilidades de una inserción activa y productiva en la sociedad, los chicos se distancian aún más de sus familias y del sistema educativo y sanitario.
Es muy dificil ayudar y controlar a los niños de la calle, ya que deambulan de un lado a otro, son reclutados por explotadores, atraídos por líderes no positivos, enrolados en trabajados insalubres y, finalmente, devorados en los suburbios de los grandes centros urbanos. En la década del '90, UNICEF nos informaba de la existencia de unos 25.000 niños que trabajaban en las calles y 6.000 que vivían permanentemente en la calle. Un 80% eran varones, 15% eran menores de 8 años de edad, 50% tenían entre 8 a 14 años y 35% entre 15 y 18. En el 2002, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) afirmaba que 90 millones de niños entre los 11 y 15 años, sin casa, estaban expuestos, como en Brasil y en Kenya, al exterminio y muerte en las calles de todo el mundo. En América Latina eran unos 15 millones los chicos de la calle. Actualmente, en América Latina hay unos 40 millones de niños viviendo en la calle o trabajando en ella. En Venezuela, más de 1.500.000 de niños trabajan en las calles. Para sobrevivir en las calles, el niño debe aprender el lenguaje, el comportamiento y las normas de convivencia entre patotas, bandas y líderes. Entre ellos elaboran estrategias de emergencia, tales como la limpieza de parabrisas, la venta de estampitas o caramelos, el pedido de limosna, el robo, a fin de obtener recursos económicos para comer, comprar drogas o alcohol, ir a los video juegos, etc.
Entre los problemas de salud más frecuentes encontramos los traumatismos por peleas, golpizas y abusos, y las infecciones parasitarias. El 80% de estos niños usa droga a diario. Las drogas más frecuentes son los pegamentos de contacto, la cocaína, la marihuana y cierto tipo de gases. Las drogas son pagadas con dinero robado o con trabajo (siendo correos de drogas o ejerciendo la prostitución).
La sociedad los considera como delincuentes y en ciertos países como el Brasil se han conformado escuadrones de la muerte a fin de exterminar a estos niños. En 1989, el Movimiento Nacional de Niños de la Calle informó acerca de la muerte de unos 450 chicos asesinados en los suburbios del Brasil. La única manera de iniciar un proceso educativo con estos niños es obligándolos a desintoxicarse y alejarse de su ambiente callejero.
Muy pocos pueden tomar la decisión de abandonar las calles por razones económicas, estratégicas y sociales. No cuentan con recursos, familias o apoyo institucional permanente. En general, después de un período breve de residencia en refugios institucionales, regresan a las calles, a su propio mundo, el único que conocen y los contiene. Los programas públicos o privados de mayor éxito son aquellos en los que el niño tiene un rol y ayuda a otros en la misma comunidad terapéutica y en las calles. Las instituciones con menor éxito son aquellas en las que se le dice al niño lo que debe hacer, se les crea un falso mundo, se le prohibe visitar su verdadero mundo (las calles), y se los retiene contra su voluntad por períodos prolongados. La caridad y los asilos no resuelven la injusticia económica y social, ya que forman parte de la cultura de los "parches" al disimular temporalmente las causas que producen el abandono, el desamparo, el maltrato y el abuso. Sin embargo, estas mismas instituciones son importantes en gran medida para abordar y estudiar la problemática de los chicos pobres y de la calle.
Nos encontramos ante un gran desafío, el establecimiento de una nueva política social y gubernamental para ayudar al niño de la calle. Los conceptos esenciales serían: aprender a escuchar, compartir y dialogar, más que a hablar, dar discursos, regalar cajas de comida y seguir "parchando" o negando esta cruel realidad. Las estadísticas fueron tomadas del Fondo de la Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y el Movimiento Nacional de Niños de la Calle (en Brasil).
Nota realizada por Graciela N. Gestoso Singer.
Nota Personal: Sabías que puedes adoptar un niño por $10,00 mensuales,
con esto ayudarías a sus gastos y manutencion. Informate.
De esta manra ayudaras.
Amarilis♥
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